INQUILINOS CALIENTES


En mi casa habitaban un hombre y una mujer que me lo enseñaron todo. Fornicaban como animales a toda hora y en cualquier lugar, delante de mi  o cuando no me encontraba presente.  Yo creo que eran rusos y estoy hablando de la revista porno, porque qué manera de tener sexo, sexo y sexo a toda hora.

Todo comenzó a mis 14 años, cuando a mamá se le ocurrió la ingeniosa idea de arrendar una de las habitaciones de la casa. Dándoles las llaves a una pareja, asidua al sexo.  Primero, hacían el amor a puerta cerrada, una y otra vez hasta saciarse, salían de la habitación solo al baño 

Al ver que mi madre, casi no permanecía en casa, la puerta la dejaban abierta, y yo podía ver con mis propios ojos cómo se encamaba a su mujer, a ambos desnudos y comiendo uno al otro. Lo hacían con fuerza y sin límites. Ya luego lo hacían en cualquier lugar de la casa, en el comedor, en la cocina, en el suelo.

Lo hacían frente a mis ojos, sin la mayor pena. Todo lo que se del sexo se lo debo a ellos, un completo kamasutra. Apenas me saludaban y seguían en lo suyo, muy concentrados, más de una vez al día. A veces llegaba del colegio y encontraba los calzoncillos azules botados en el mueble, la tanga en un florero, y más adelante los veía fornicar.

Como le metía todo su pene, el man tenía  pelo en el pecho, sus piernas eran repeludas y por supuesto su sexo. Y yo veía todo eso cuando mamá no estaba presente, como la agarraba y se venía en ella; jamás necesite un libro o una película porno, los tenía en casa, en vivo.


Hubieron noches veladas donde él no podía conciliar el sueño y salía a media noche a la sala a prender la tele, y se calentaba con una buena película porno. Teniéndola grande y abultada, se desplazaba a su cama sin antes bajárselos y enseñarle a su mujer para que estaba hecho su aparato reproductivo, le tapaba la boca, para que mamá no se diera cuenta, cuando la cama se movía más de lo acostumbrado. Todo lo contrario  a cuando hacían el amor a sus anchas y los gemidos de ella se oían por toda la casa, tanto, que uno que otro vecino debió estremecerse a punto de pajas, escuchándolos. 


Durante un año les vi hacer maravillas en mi casa, hasta que mamá llego más temprano que de costumbre y los pillo en esas, empelota y fornicando, casi los saca desnudos a la calle. Pero yo ya me había pervertido con tantas enseñanzas, jamás pude sacar de mi cabeza esas imágenes, es más cuando lo estoy haciendo con una chica, pienso en ellos. 



Supe por muy buena fuente que habían roto su relación por culpa de él, cuando ella lo encontró en esas con su mejor amiga y otra mujer. El muy astuto se las arreglo para que volviera a su lado y continúa comiéndosela como el primer día.

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